Abandonen la lujuria, codicia y la fama y aferrense al Señor; de esta manera llegarán finalmente a un estado de perfecto desprendimiento.
Primero tengan algo que dar. Sólo enseña quien tiene algo que dar, porque enseñar no es impartir doctrinas, es comunicar. La espiritualidad se puede comunicar tan realmente como yo les puedo dar una flor. Esto es verdad en su sentido más literal.
Así nos habla Swami Vivekananda.